viernes , 26 abril 2024
Credit: DCVB ph: Clay Coleman

DALLAS: una alternativa a las grandes mecas gays

Dallas se está convirtiendo, en los últimos años, en un destino cada vez más atractivo para el viajero LGBT. Dos fuerzas contrapuestas están moldeando el presente de la ciudad: la vitalidad de una economía en expansión y la hospitalidad típicamente sureña. Esta tensión produce un resultado curioso, fascinante: Dallas son los cowboys enfundados en jeans apretados, botas y sombrero, bailando en fila, al ritmo de la música country, pero también uno de los polos tecnológicos más importantes del país. La sensación es la de estar, al mismo tiempo, en una gran ciudad y en un pueblo chico. Pero debemos ser cuidadosos con la palabra “chico” si no queremos herir susceptibilidades: la frase más repetida en Dallas es “todo es grande en Texas”.  Dejaremos  que cada lector lea en este dicho el subtexto que quiera, pero lo cierto es que el que visita la ciudad por primera vez no puede dejar de sorprenderse con el tamaño de las porciones que sirven en los restaurants y con la fastuosidad de la arquitectura, se trate de hoteles, estadios, shoppings, teatros, museos, bares o parques.

Pero el tamaño no es el único motivo de orgullo de los lugareños. Dallas tiene fama de ser una ciudad sofisticada. Se trata de la ciudad con más restaurants per cápita del país. La oferta es amplia y hay para todos los gustos (no sólo barbacoa, pollo frito o tex-mex). Algunos de estos restaurants están rankeados entre los mejores y lo mismo sucede con la hotelería. El Hilton Anatole es un buen ejemplo de esta fastuosidad y sofisticación: se trata de un hotel de 1.600 habitaciones, con tres piletas (dos de ellas cubiertas), un gigantesco gimnasio (¡que incluye una cancha de básquet!), siete bares y cinco restaurants. Los amplios espacios del hotel contienen más de 1.000 piezas de arte (desde esculturas de Buda a pedazos del muro de Berlín) que convergen en un atrio de 3.000 metros cuadrados, con techo vidriado, del que cuelga una escultura móvil del artista Reuben Margolin. La escultura consiste de 4.500 piezas de cristal de ámbar que, al ondular mediante un complejo sistema de poleas y engranajes, producen un efecto de ola de luz.

Su infraestructura hotelera, su oferta gastronómica y su ubicación en el centro del país ha convertido a Dallas en uno de los destinos más populares para la organización de convenciones y congresos a nivel nacional. Por eso es importante que el viajero verifique si hay grandes eventos programados para la fecha de su viaje, y así evitar los inconvenientes generados cuando la capacidad hotelera está completa (además se puede aprovechar los momentos de poca actividad del turismo de negocios, cuando los hoteles tienen mejores precios). Pero no todo es trabajo: de a poco Dallas se ha ido convirtiéndo en un polo alternativo para la organización de todo tipo de eventos para la comunidad LGBT. A mediados de marzo, Texas Bear Round Up reúne a miles de osos de todo el país, en junio, Razzle Dazzle (ferias callejeras, fiestas, etc.), en septiembre, Gay Pride, a principios de octubre, las finales del mundial de Rodeo Gay, a fines de octubre, Halloween. Este posicionamiento de Dallas como destino gay alternativo tiene mucho que ver con lo friendly que es la ciudad políticamente: la sheriff de la ciudad, Lupe Valdez, es una mujer lesbiana y hay también jueces y concejas abiertamente gays.

Uno de los principales atractivos de Dallas es su vibrante vida nocturna. Casi todos los bares y discotecas gays están ubicados en el barrio de Oak Lawn (también conocido como Cedar Springs), concentrados en unas pocas cuadras. Los lugares están abiertos todos los días de la semana y no cobran entrada, lo que permite entrar y explorar, para elegir el que mejor se acomode al gusto de cada uno. Se puede comenzar el recorrido por Alexandre, un piano bar de luces bajas, con música en vivo. A unos pocos metros está Havana, un bar – restaurant con un público mezcla de latinos y fanáticos del hip – hop (cobran entrada). Cruzando la calle nos encontramos con Woody, un bar de videos y deportes, con dos pisos, patio trasero y balcón. En las enormes pantallas se pueden seguir los partidos de básquet o football americano, aunque también hay noches dedicadas al karaoke, al póker o a los shows de drag queens. Cruzando la calle, JR, un amplio espacio de dos niveles equipado con un potente sistema de sonido, es el lugar elegido por la gente más joven. En un guiño simpático, JR (cuyo nombre es un homenaje al malvado personaje de la serie Dallas de los 70s) tiene su contraparte en el bar vecino Sue Ellen (la sufrida esposa de JR en la misma serie), cuya clientela es, obviamente, mujeres.

Station 4, el mega club bailable, está ubicado a pocos pasos, e incluye, en su segundo nivel, The Rose Room, un salón dedicado especialmente a los shows de drag queens (cobran entrada). En contraste con las luces y las lentejuelas de The Rose Room, TMC, el bar vecino, prefiere los jeans gastados y las camisas a cuadros de los osos o los pantalones de cuero y los torsos peludos de los que gustan del leather. Cruzando la calle está el bar más famoso de Dallas, The Round Up. El lugar es amplio, dividido en distintos sectores (el principal es una pista de baile con 4 barras que lo rodean, pero hay otros sectores dedicados al pool o al karaoke, además de un patio abierto trasero). La música es country and western, la clientela variada y los barmans, vestidos de cowboys, son amigables al punto de volverse peligrosos (uno se ve tentado de tomar más de lo que debería). A los habitués les encanta contar una y otra vez la misma anécdota. Lady Gaga visitó Dallas hace años, cuando era totalmente desconocida y pidió tocar en alguna discoteca gay. Todos los lugares se negaron, salvo The Round Up. Desde ese momento, cada vez que la lady más famosa de este siglo visita la ciudad, hace una aparición sorpresa en este bar. Fuera de este sector, pero a poca distancia (un taxi barato), hay muchas opciones interesantes. Kaliente es el lugar indicado para los que gustan de la salsa y el público latino y Zippers, BJs o Brick para los que quieren ver strippers (aunque la ley no les permita hacer desnudos totales). Finalmente el Eagle, como en otras ciudades, es el principal bar leather y de osos de la ciudad y, como ya es tradición, organiza el popular beer bust (cerveza barata) todos los domingos a la tarde.

Lejos el mundanal ruido de los bares y los boliches, Dallas acaba de ampliar y mejorar, gracias a millonarias inversiones, la sección urbana dedicada al arte. El Downtown Arts District, que ocupa varias manzanas en el centro de la ciudad, incluye museos dedicados al arte en general, al arte asiático y a la escultura moderna. Pero son dos edificios inaugurados recientemente los que llaman la atención: el teatro de la Opera Winspear, que posee una excelente acústica (el escenario puede albergar un Boeing 747, el telón fue diseñado por el artista argentino Guillermo Kuitca y el hall de entrada está recubierto por mosaicos de vidrio rojo), y el modernísimo teatro Wyly, un gitantesco cubo de metal que puede reconfigurarse como un cubo mágico para adoptar distintas formas de acuerdo a las necesidades escénicas de la obra presentada. Para completar la exploración del costado chic de Dallas se puede visitar el Bishop Arts District, un pintoresco barrio (con un aire a Palermo Soho) lleno de tiendas de ropa, diseño y arte (y un almacén dedicado enteramente a las gaseosas, donde se pueden encontrar rarezas como una Crush con sabor a frutilla).

ph: Dallas CVB / Dallas Voice

Los que quieran explorar el costado más campechano de la región pueden visitar Fort Worth, la localidad vecina. Además de comer barbacoa, se pueden ir al Stock yards, donde todos los días desfilan, en plena calle, los toros campeones, o al museo de la Cowgirl, donde se homenajea a las mujeres pioneras que se le animaron al lejano oeste (el viajero LGBT no debería sorprenderse de que su alarma interna lesbiana suene repetidas veces mientras se recorre la colección). Para cerrar este recorrido por la región lo ideal es una visita a Billy Bob, el honky tonk (discoteca donde se baila música country) más grande del mundo. Los valientes pueden sumarse a las clases (hay que ir temprano); los demás pueden disfrutar observando el baile en línea sincronizado de cowboys y cowgirls.

Más allá de las múltiples opciones que le presentan al viajero, lo que distingue a Dallas es la sensación de visitar una ciudad accesible, fresca y amigable, a escala humana, lejos de la sensación de cansancio y repetición que muestran algunas de las grandes mecas gays.

DALLAS: una alternativa a las grandes mecas gays.
por Christian Rodriguez, para Gmaps360 ediciones impresa & online.

International Gay & Lesbian Travel Association

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